Voloshinov

voloshinov-continuo-proceso-comunicacion-verbal_b181b3edce3de0342b4544ad2bc7a999Valentín Nikólaievich Voloshinov es un lingüista ruso y pertenece al Círculo de Bajtín. Bronckart (2007) señala que en los escritos del “Grupo de Bajtín” (entre los años 1920 y 1930) hay cierta dificultad para establecer la autoría legítima de los textos y por lo tanto sostiene que, los textos capitales de este período deben ser atribuidos a Voloshinov y no a Bajtín.

El objetivo de Voloshinov es totalmente distintito al perseguido por la lingüística estructuralista, ya que se propone explicar las condiciones de constitución del pensamiento consciente investigando: primero, las circunstancias y procesos de interacción social; segundo, las formas de enunciación que semiotizan dicha interacción; y por último, la organización de las unidades-signos en el interior de esas formas.

La lingüística estructural sostiene que la lengua se transmite de generación en generación; en cambio Voloshinov (1930) afirma que esta perdura en un continuo proceso de transformación. Por lo tanto, los individuos al ingresar en la corriente de comunicación verbal comienzan a operar con su conciencia. La conciencia, para dicho autor, en un principio es pensamiento vacilante del individuo, luego, con la objetivación social se ajusta con los modos de expresión ideológica constituyendo así una gran fuerza social.

Voloshinov nos advierte el grave error que cometió la lingüística al hacer un estudio filológico y abstracto de la lengua, apartándola de todo el contexto en el que ha sido producida, tomándola como un habla monologal:

Lo que le importa al hablante de la forma lingüística no es su carácter de signo estable y autoequivalente, sino su carácter de signo adaptable y siempre cambiante” (1930: 86).

Lo que nos indica aquí Voloshinov es que lo fundamental, para el hablante, son los diferentes contextos en los cuales se produce una comunicación verbal y poder adaptarse con facilidad a cada uno de ellos, es decir, comprender los distintos significados que un enunciado puede tener en un contexto particular.

Para Valentín Nikólaievich Voloshinov “todo enunciado (…) es sólo un momento en el proceso continuo de la comunicación verbal” (1930: 119); y es en la comunicación verbal concreta donde el lenguaje adquiere vida y desarrollo histórico. Voloshinov sostiene que cualquier enunciado (tanto si es monologado como si es escrito) siempre responde a algo y recibirá respuesta. Como luego dirá Bajtín (1952), cada enunciado corresponde a una cadena de enunciados.

Fuente: http://www.culturareviu.com/articulos/literatura/voloshinov-continuo-proceso-comunicacion-verbal/99477/

Biografía de Eliseo Verón


Eliseo Veron

Biografía extraída de Karina Vicente en «Seis semiólogos en busca del lector. Saissure/Peirce/Barthes/Greimas/Eco/Verón». Zecchetto, Victorino (comp.)

 

El argentino y francés naturalizado, Eliseo Verón, nació en la ciudad de Buenos Aires en el año 1935.

Comenzó su escuela primaria en la Germania Schule, pero luego cuando Argentina sufrió los sacudones del nazismo alemán, sus padres lo sacaron de ese colegio y, desde aquel momento, realizó toda su enseñanza primaria educado por su madre. Volvió recién a las aulas para el Secundario, pero esta vez optó por un convencional colegio religioso.

Verón describe el período de su vida entre 1952 y 1955 como «una especie de clandestinidad”. Realizó su educación universitaria en la Universidad de Buenos Aires, donde cursó Filosofía y Letras. Rápidamente se convirtió en un activo miembro del Centro de Estudiantes. A comienzos de la década del 60′ finalizó su tesis, y comenzó a trabajar en el Departamento de Sociología de la Universidad de Buenos Aires como profesor.

Al año siguiente, en 1961, realizó su primer viaje a Francia gracias a una beca otorgada por el CONICET, donde trabajó durante dos años en el Laboratorio de Antropología Social del Collége de France. En París llegó a ser Director de Estudios y cofundador de un Instituto de Investigaciones aplicadas a la Comunicación social y director de programas del Colegio Internacional de Filosofía.

Fue además fundador y director de Causa Rerum, que es una empresa especializada en la investigación de estrategias de comunicación que opera en París, Buenos Aires y Río de janeiro.

Después de ocho años en Francia, obtuvo la ciudadanía y se le terminó su contrato como profesor visitante.

En el año 1966 realizó su primer regreso a la Argentina, donde se encontró con un panorama bastante triste del país, ya que profesores y docentes universitarios fueron duramente reprimidos por la policía durante la dictadura del General Juan Carlos Onganía. De todas formas, fue director del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires que concentraba la vanguardia intelectual de aquellos años. Al mismo tiempo ingresó a la U.B.A. como profesor, pero poco duró allí su docencia. ‘Me echaron”, comenta lacónicamente Verón para explicar su alejamiento de la Universidad.

Desilusionado con la inestabilidad política argentina, en el año 1971 Eliseo decide volver a Francia e instalarse nueve años más, obteniendo esta vez la ciudadanía de ese país. Fue invitado para trabajar como Director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales.

Allí trabajó y realizó tareas de investigación social para el Subte de París, para la compañía de Ferrocarriles, el Correo Francés, Renault, Telecom, el Banco Société General y algunas empresas tabacaleras y de alimentación.

Durante la década del 70, Verón se dedicó al Análisis Semiológico de medios de comunicación logrando un gran éxito: trabajó para el prestigioso diario «Le Monde”; para las revistas femeninas más populares de Francia, entre ellas “Marie Cleire» y “Marie France”; la revista «Paris Match» y para la televisión.

El trabajo para estas revistas le abrieron a Eliseo las puertas de «Clarín». Asesoró a «El gran diario argentino” en su período de reformulación, el cual finalizó con la incorporación del color.

Según ha comentado el mismo Elíseo Verón, el gran interés por comprender la ciudad en la que vive lo motivó a trabajar sobre los medios y los discursos sociales.2 Siempre le fascinaba investigar cómo un mismo acontecimiento era reflejado de diferente manera por los diversos medios y cómo iba cambiando el mensaje en todo su recorrido, desde el cable de la Agencia hasta el noticiero de TV o radio, cómo se producía lo que él mismo llamó la «diversidad del discurso rnediático».

En 1985, Eliseo obtuvo el título de Doctor de Estado en lingüística de la Universidad de París y trabajó en prestigiosas instituciones tales como Georges Pompidou, y en 1992 como profesor titular de Ciencias de la Información y de la Comunicación en la Universidad de París ,8.

Ha escrito numerosos artículos publicados en varios idiomas y algunos libros y ensayos.

Sin ser exhaustivos citamos los siguientes trabajos:

Libros.

– Lenguaje y Comunicación social, 1969. (S/D)

– Comunicación y neurosis, 1970. (S/D)

– Construire I’événement. Les Editions de Minuit. París. 1981.

(Construir el Acontecimiento. Ed. Gedisa. Barcelona. España: 1983). La investigación que había realizado Verón acerca de cómo se había tratado la información del accidente de la central nuclear norteamericana de Three Mile island en la prensa francesa se convirtió en este libro.

– Les Médias: experiencies, recherches actuelles, aplications; IREP. París, 1985

– La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Ed. Gedisa. Barcelona. España, 1987. En este libro, Verón expone una teoría de los discursos sociales desde una posición histórico-crítica. Explica la emergencia de la lingüística saussuriana en relación con su «antes» (el positivismo de Comte) y su «después» (el funcionalismo), y opta por una revalorización de Charles S. Peirce.

– Espaces du Iivre. 1989. (S/D)

– Conducta, estructura y comunicación; Amorrortu Editora. Buenos Aires. 1996. Aquí se encuentran reunidos escritos teóricos realizados por Eliseo Verón entre los años 1959 y 1973.

– Semiosis de lo ideológico y del poder. La mediatización; Secretaría de Extensión Universitaria facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bs. As. Argentina. 1997. En este libro se reproducen dos ensayos de Verón: «Semiosis de lo ideológico y el poder». (Ya publicado en la revista Espacios. N°1. die. 1984): y «La mediatización» (curso dictado en la Facultad de Filosofía y Letras en 1986).

– Junto a Lucrecia Escudero Chaves fue compilador de Telenovela. Ficción popular y mutaciones culturales: Ed. Gedisa. Barcelona. 1997.

– En la actualidad dirige la colección de Comunicación «El mamífero parlante», mediante la cual propone publicar los mejores trabajos que reflejan la evolución de las «ciencias del hombre y de la sociedad».

Artículos de revistas

– Junto a Eric Fouquier escribió Les spetacles scientitiques télévisés. Figura de la production et de la reception: La docu- . mentetion Frenceise. París. (S/F) – Folletos –

– II est la, je le vois. il me parle, en “Enuncietion et cinema”. Ed. Communications, N° 38, Francia, 1983.

– «Para una semiología de las operaciones translingüísticas», de la Revista Lenguajes, N° 2: Nueva Visión, Buenos Aires, 1974.

– «Para una semiología de las operaciones translingüísticas«, de la Revista LenguajesN° 2: Nueva Visión, Buenos Aires, 1974.

 

FUENTES

Fotografía extraída de: http://unlfhucsemiotica.blogspot.com.ar/2010/03/eliseo-veron.html

El artículo completo se puede consultar en: www.newsblog.e-pol.com.ar/usr/145/600/veron_com_visual.doc

 

 

 

Biografía de Peirce

PeirceCharles S. Peirce nació en Cambridge (Massachusetts) en 1839. Era el segundo hijo de una de las familias más destacadas del entorno intelectual, social y político de Boston, y su casa era visitada con frecuencia por eminentes personalidades de la época, tanto del ámbito científico como filosófico. Su padre —Benjamin Peirce— era profesor de Harvard y un reconocido matemático y astrónomo. Desde muy pequeño inició a Charles, por quien sintió una predilección especial entre sus cinco hijos, en el estudio de la física, de las matemáticas y de la astronomía. Peirce podía haber sido considerado en nuestro tiempo un “niño prodigio”. Con ocho años su padre le introdujo en la química, a la edad de once años él mismo escribió una historia de esa disciplina y, siendo apenas un adolescente, leía los manuales de lógica y dominaba los argumentos de filósofos como Kant, Spinoza, Hegel, Hobbes o Hume. Sin embargo, su carrera escolar y académica no puso de relieve esa brillantez. Aparecía en ocasiones como un alumno poco disciplinado, sin interés, reticente a los métodos de enseñanza. No rendía tanto como podía esperarse de él e incluso ocupó a menudo los últimos puestos de su clase, mostrando así, ya desde el principio, la profunda incapacidad para sujetarse a las situaciones convencionales y a las reglas cotidianas que sería la tónica dominante en su vida.

Su formación académica fue eminentemente científica y se graduó en química por la Universidad de Harvard en 1863. Sin embargo, a lo largo de toda su vida demostró también una constante fascinación por las cuestiones filosóficas, a las que se introdujo principalmente a través de la filosofía kantiana y de la filosofía escocesa del sentido común. Dominaba la historia de las ideas, así como la historia y la teoría de la ciencia, y a lo largo de los años se mantuvo en constante diálogo con los pensadores que le precedieron y consigo mismo. Consideraba sus propios puntos de vista desde diferentes perspectivas, los elaboraba siempre desde contextos que tenían en cuenta la tradición y el saber acumulado de siglos y corregía sus propias ideas una y otra vez, dentro de esa comunidad que forman los que buscan la verdad. Como él mismo afirmaba: «Nosotros de forma individual no podemos esperar razonablemente alcanzar la filosofía última que perseguimos; sólo podemos buscarla, por lo tanto, dentro de la comunidad de filósofos» [CP 5.264, 1868] [2].

Peirce tenía un carácter difícil. Era un hombre de extraordinaria ambición y eso a veces le hacía parecer arrogante. En su madurez escribía:

Pretendo hacer una filosofía como la de Aristóteles, es decir, bosquejar una teoría tan comprehensiva que, durante un largo tiempo venidero, la entera tarea de la razón humana, en la filosofía de cada escuela y de cada clase, en matemáticas, en psicología, en la ciencia física, en historia, en sociología y en cualquier otro departamento que pueda haber, aparecerá como el ir completando sus detalles [Prefacio a CP, vol. 1, 1887].

Peirce era un hombre impulsivo, muchas veces contradictorio, de personalidad extremadamente sensible y de temperamento fuerte. Aunque era una persona abierta al saber y generosa con las ideas de los demás, no resultaba fácil de tratar. Su carácter era extraño y su conducta muchas veces imprevisible. Quizás esos rasgos hicieron que nunca supiera desenvolverse sin problemas en el ámbito académico, donde siempre estuvo rodeado de dificultades y malentendidos. Pronunció numerosas series de conferencias, pero tan sólo durante cinco años tuvo un puesto como docente en una universidad: entre 1879 y 1884 explicó lógica en la Johns Hopkins University, de donde fue despedido después de varios conflictos. Durante esos años, sin embargo, hizo junto con un pequeño grupo de alumnos importantes contribuciones a la lógica de las relaciones y a la teoría del razonamiento probabilista, e introdujo los cuantificadores en lógica.

Entre 1865 y 1891 desarrolló su actividad profesional como científico en la United Coast and Geodetic Survey, institución de la que su padre fue superintendente desde 1867 hasta 1874. Durante ese tiempo, Peirce investigó acerca de las medidas pendulares de la gravedad y de la intensidad de la luz de las estrellas, y realizó aportaciones de interés en diversos ámbitos científicos. Peirce fue el primero en utilizar una longitud de onda de luz como unidad de medida y es el inventor de la proyección quincuncial de la esfera. Ese trabajo de tipo experimental le permitió viajar por Europa y adquirir un importante prestigio internacional como científico. Fue nombrado miembro de la American Academy of Arts and Sciences en 1867, de la National Academy of Sciences en 1877 y de la London Mathematical Society en 1880.

Las impresiones que los viajes y experiencias científicas dejaron en Peirce aparecen en ocasiones en sus escritos. Sin embargo, tampoco en la Coast Survey se vio exento de problemas, a pesar del reconocimiento internacional logrado por su labor experimental, y fue forzado a presentar su dimisión en 1891, después de casi treinta años de vinculación a esa agencia gubernamental.

Su vida personal no fue menos problemática, y esas circunstancias influyeron también en su escasa capacidad de adaptación y en sus problemas de relación con las personas que le rodeaban en el ámbito profesional. Peirce se casó en 1863, a la edad de veinticuatro años, con Harriet Melusina Fay y se separó de ella a su regreso de un viaje por Europa en 1876. En 1883, dos días después de obtener su divorcio, contrajo matrimonio con Juliette, una francesa de origen desconocido y veintisiete años más joven que él.

Tras su despido de la Geodetic Survey, Peirce, que tenía entonces 48 años, se retiró con su segunda esposa a Milford, Pennsylvania, donde vivió junto a ella a lo largo de veintisiete años. Durante ese tiempo, Peirce trabajó y escribió afanosamente, aunque la mayor parte de lo que escribía no llegaba a ser publicado. Durante esos años viajó también en numerosas ocasiones a Nueva York y a Boston, impartió algunas series de conferencias y se vio obligado por la necesidad de dinero a aceptar toda clase de trabajos, recensiones para revistas, artículos, voces para diccionarios de filosofía y otros escritos por encargo que le distraían en ocasiones de los objetivos que se había propuesto. En este periodo destacan las Lowell Lectures de 1892-3, las Cambridge Lectures de 1898 sobre “Reasoning and the Logic of Things”, las Harvard Lectures on Pragmatism de 1903 y sus contribuciones al Dictionary of Philosophy and Psychology de Baldwin (1901-2).

Durante los años de su retiro en Milford, Peirce no tuvo ningún empleo estable y Juliette y él vivían en difíciles condiciones. Su situación económica llegó en ocasiones a ser precaria. Aunque su salud y la de su mujer, de naturaleza enfermiza, se resintieron, Peirce no disminuyó su nivel de vida e hizo gala de una desastrosa gestión económica: no dejó de gastar grandes cantidades de dinero ni de embarcarse en iniciativas de todo tipo que al final siempre fracasaban.

La búsqueda constante de fondos que apoyaran las grandes empresas que tenía en mente, llevó a Peirce a presentar en 1902 una solicitud de ayuda a la Carnegie Institution para escribir 36 memorias que resumieran su posición filosófica y completar así “la obra de su vida”. Aunque la petición fue denegada el texto de esa solicitud y los borradores que se conservan constituyen fuentes de incalculable valor para el conocimiento del sistema filosófico que Peirce tenía en mente.

Charles Peirce no tuvo hijos y falleció en 1914 a causa de un cáncer. Dejó más de 80.000 páginas de manuscritos, en su mayor parte inéditos, que su viuda vendió ese mismo año a la Universidad de Harvard. Josiah Royce, director del departamento de filosofía de Harvard, fue junto a William James uno de los que más contribuyeron a la difusión de una obra que de otro modo quizás hubiera pasado inadvertida. William James sostuvo además una relación de amistad con Peirce que le llevó incluso a ayudarle económicamente en varias ocasiones, siendo uno de sus pocos apoyos durante los difíciles años pasados en Milford.

Fuente:

Barrena, S. y Nubiola, J., Charles Sanders Peirce, en Fernández Labastida, F. – Mercado, J. A. (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, URL:http://www.philosophica.info/archivo/2007/voces/peirce/Peirce.html