El uso de las redes sociales: ciudadanía, política y comunicación. La investigación en España y Brasil

p_redesCarme Ferré Pavia (ed.) (2014): El uso de las redes sociales: ciudadanía, política y comunicación. La investigación en España y Brasil. Bellaterra : Institut de la Comunicació, Universitat Autònoma de Barcelona. ISBN 978-84-942706-0-4

 

 

Introducción
Carme Ferré Pavia (ed.)

Encontrar un equilibrio entre la narrativa divulgadora, la referencia a la investigción empírica y la reflexión didáctica no es sencillo. En la presente obra, las autoras lo han intentado, haciéndolo alrededor de las investigaciones propias a lado y lado del Atlántico, algunas de ellas inéditas. La monografía expone los resultados de investigación de dos grupos universitarios dedicados al estudio de las nuevas tecnologías y sus implicaciones sociales. La perspectiva comparativa se justifica en el alcance global de los cambios que las redes sociales han implicado, tanto en nuestro contexto como en otros países, y hemos escogido colaborar con un grupo de un país emergente y con gran expansión tecnológica en esta obra de alcance internacional.

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«Jacques Fontanille, los significados del cuerpo»

Jacques-FontanilleEl francés, alumno y colega del reconocido lingüista Julien Greimas y actual rector de la Universidad de de Limoges, en París, estuvo de visita en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá para hablar sobre semiótica y cuerpo, y ofrecer un análisis particular sobre el cuerpo del reportero.

Angélica Gallón Salazar (*)

Usted trabajó con el famoso semiótico y lingüista Julien Greimas, ¿qué aprendió siendo su alumno y su colega?
Trabajé con Greimas para hacer mi tesis de tercer ciclo. Descubrí con él el trabajo en equipo y lo que era realmente la investigación. Entendí que la investigación implicaba unas relaciones humanas muy intensas, que implicaba además trabajar con un programa temático, en ciencias humanas y sociales. En los años 70, apenas se empezó a hacer este trabajo colectivo en las ciencias humanas, aunque en las ciencias exactas ya se trabajaba así desde hacía mucho tiempo. También aprendí que la investigación tenía que ser internacional o no iba a progresar, tenía que haber un vínculo entre diferentes comunidades. La idea no era empezar una investigación en un país y luego esparcirla, sino que desde un principio fuera internacional.

 

¿Cómo es que usted de manos de la tutoría de Greimas se encontró con el tema del cuerpo y por qué cree que el cuerpo estuvo tan ausente de esos estudios?
En los años 70 las teorías tenían que ser formales y, por ejemplo, la teoría del actante* era formal, es una instancia sin cuerpo, una función en el relato. En los años 60 Greimas empieza a desarrollar una teoría sobre el mundo sensible, era una semiótica fundamentada en una fenomenología. Ya en los años 80 aparece la ‘Semiótica de las pasiones’, claro, su primera versión era formal y abstracta, pero luego era inminente que no se podía pasar por alto el cuerpo sensible. Una semiótica que hablaba de la sensibilidad afectiva, pero que no se refería al cuerpo, no podía funcionar. Empezó el interés por esta semiótica más dirigida al cuerpo, a las situaciones somáticas y manifestaciones corporales. Los semióticos empezaron a interesarse en todas las manifestaciones semióticas del cuerpo, de la impronta, de la huella.

¿Cuáles son los puntos centrales de su charla ‘El cuerpo-testigo y el ethos del reportaje’?


La idea central es muy sencilla, y es que la experiencia sensible del reportero es indispensable para justificar el reportaje y su credibilidad, para que el reportaje sea creíble. El reportero casi que debe mostrar las trazas de su propio recorrido corporal, de su propia sensibilidad y de cómo él captó a través de sus sentidos los hechos, las personas y los espacios de los que habla en su reportaje. Un periodista que no demuestre que se ve impresionado directamente en su estructura sensible por los hechos seguramente no va a ser creíble, si un reportero se muestra distante del hecho que está narrando pierde pretensión de verdad. Él siempre debe demostrar cómo ese hecho lo impactó en su corporalidad.

¿Qué lo lleva a preguntarse en particular por el cuerpo del reportero?
Porque es el cuerpo del reportero el que justifica su enunciación. Él puede contar una historia porque la vio y la vivió desde su corporalidad. Es el cuerpo testigo y da testimonio de lo que vivió. En el avión que venía a Bogotá, la persona que venía sentada a mi lado se presentó como Jonathan Sabrinsky, un fotógrafo de guerra, y empezó a hablarme de algunas fotografías muy famosas y lo primero que me contó fue que había recibido un disparo en Chechenia y tardó cinco años en reconstruir su vida. Ahí pensé, irónicamente, que un reportero que no haya sido herido en combate es menos creíble.

¿Su trabajo sólo versa sobre el que reporta la guerra y los hechos en general o también piensa el cuerpo del que habla el reportero?


Cuando hablamos del cuerpo-testigo, el cuerpo que recibe las huellas, no sólo pensamos en el reportero, sino también en el cuerpo de las víctimas o de las personas que participaron en el acontecimiento. El reportaje, particularmente, es un tipo de texto que suele involucrar los testimonios de otros, en ese sentido las impresiones corporales de esas personas también son fundamentales. Uno puede encontrar un reportero que no haya estado en el acontecimiento directamente, uno puede delegar también esa labor de cuerpo-testigo a las personas que presenciaron los hechos.

¿Mirar el cuerpo exigió nuevos retos teóricos, era diferente que pensar, por ejemplo, en un texto?


No fue un cuestionamiento al fundamento de la teoría semiótica, si no a un punto muy concreto de la teoría, que es el punto relacionado con cómo se concebía la función semiótica, que se concebía como una relación puramente formal entre la expresión y el contenido y que a partir de este punto se empezó a concebir a partir del cuerpo, que era el cuerpo el que hacía la conexión entre el plano de la expresión y el contenido. La semiótica del cuerpo. No puedo demostrarlo hoy en día, pero creo que detrás del ícono, el símbolo y el indicio siempre está la huella, hay un nudo de significación más profundo en la huella.

¿Qué pertinencia tienen estos estudios en una sociedad tan corporal como la actual?
La semiótica no pretende dar una explicación tan definitiva sobre qué le pasa al cuerpo hoy en día, eso lo hacen más la antropología y la sociología, además la semiótica no está amarrada a una realidad tan precisa ni a una actualidad. Lo que sí podría decir desde un punto de vista semiótico, o más bien epistemológico, es que esa preocupación por el cuerpo sí ha aparecido en todas las ciencias humanas, desde los años 80. Eso es muy extraño, es curioso también que haya surgido en el ámbito de las ciencias cognitivas. En esta etapa las ciencias cognitivas se han visto forzadas a explicar y dar cuenta de la emergencia material de los procesos cognitivos y esto ha hecho que en esta etapa las ciencias cognitivas hayan tenido que volver a la fenomenología. Actualmente la cuestión del cuerpo no es sólo acerca del cuerpo, sino de la materialización de las interacciones sociales, de las emociones y las cogniciones.

¿Cómo fue el trabajo en la ‘Semiótica de las pasiones’?
El libro quedó terminado. Hoy en día sigue habiendo muchos trabajos que investigan las pasiones, pero son pasiones más específicamente ubicadas. Ha sido un trabajo intercultural, estudios aplicados a una cultura determinada o a una pasión determinada en distintos campos como la literatura. Sí ha habido en todo caso un cambio en esta línea de investigación que se produce justamente cuando aparece el tema del cuerpo, porque se empiezan a interrogar en materia de emociones, porque antes se centraba en pasiones que han tenido un desarrollo muy largo en materia teórica, en cambio hoy en día aparece más una preocupación por las emociones, por las manifestaciones corporales de esas pasiones.

* Actante es término usado por la semiótica para designar al participante (persona, animal o cosa) en un programa narrativo. Según Greimas, el actante es quien realiza o el que realiza el acto.

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(*) Periodista de El Espectador. 

Extraído de: blogs.elespectador.com/elmagazin/2011/03/01/jacques-fontanille-los-significados-del-cuerpo

Voloshinov

voloshinov-continuo-proceso-comunicacion-verbal_b181b3edce3de0342b4544ad2bc7a999Valentín Nikólaievich Voloshinov es un lingüista ruso y pertenece al Círculo de Bajtín. Bronckart (2007) señala que en los escritos del “Grupo de Bajtín” (entre los años 1920 y 1930) hay cierta dificultad para establecer la autoría legítima de los textos y por lo tanto sostiene que, los textos capitales de este período deben ser atribuidos a Voloshinov y no a Bajtín.

El objetivo de Voloshinov es totalmente distintito al perseguido por la lingüística estructuralista, ya que se propone explicar las condiciones de constitución del pensamiento consciente investigando: primero, las circunstancias y procesos de interacción social; segundo, las formas de enunciación que semiotizan dicha interacción; y por último, la organización de las unidades-signos en el interior de esas formas.

La lingüística estructural sostiene que la lengua se transmite de generación en generación; en cambio Voloshinov (1930) afirma que esta perdura en un continuo proceso de transformación. Por lo tanto, los individuos al ingresar en la corriente de comunicación verbal comienzan a operar con su conciencia. La conciencia, para dicho autor, en un principio es pensamiento vacilante del individuo, luego, con la objetivación social se ajusta con los modos de expresión ideológica constituyendo así una gran fuerza social.

Voloshinov nos advierte el grave error que cometió la lingüística al hacer un estudio filológico y abstracto de la lengua, apartándola de todo el contexto en el que ha sido producida, tomándola como un habla monologal:

Lo que le importa al hablante de la forma lingüística no es su carácter de signo estable y autoequivalente, sino su carácter de signo adaptable y siempre cambiante” (1930: 86).

Lo que nos indica aquí Voloshinov es que lo fundamental, para el hablante, son los diferentes contextos en los cuales se produce una comunicación verbal y poder adaptarse con facilidad a cada uno de ellos, es decir, comprender los distintos significados que un enunciado puede tener en un contexto particular.

Para Valentín Nikólaievich Voloshinov “todo enunciado (…) es sólo un momento en el proceso continuo de la comunicación verbal” (1930: 119); y es en la comunicación verbal concreta donde el lenguaje adquiere vida y desarrollo histórico. Voloshinov sostiene que cualquier enunciado (tanto si es monologado como si es escrito) siempre responde a algo y recibirá respuesta. Como luego dirá Bajtín (1952), cada enunciado corresponde a una cadena de enunciados.

Fuente: http://www.culturareviu.com/articulos/literatura/voloshinov-continuo-proceso-comunicacion-verbal/99477/

Biografía de Peirce

PeirceCharles S. Peirce nació en Cambridge (Massachusetts) en 1839. Era el segundo hijo de una de las familias más destacadas del entorno intelectual, social y político de Boston, y su casa era visitada con frecuencia por eminentes personalidades de la época, tanto del ámbito científico como filosófico. Su padre —Benjamin Peirce— era profesor de Harvard y un reconocido matemático y astrónomo. Desde muy pequeño inició a Charles, por quien sintió una predilección especial entre sus cinco hijos, en el estudio de la física, de las matemáticas y de la astronomía. Peirce podía haber sido considerado en nuestro tiempo un “niño prodigio”. Con ocho años su padre le introdujo en la química, a la edad de once años él mismo escribió una historia de esa disciplina y, siendo apenas un adolescente, leía los manuales de lógica y dominaba los argumentos de filósofos como Kant, Spinoza, Hegel, Hobbes o Hume. Sin embargo, su carrera escolar y académica no puso de relieve esa brillantez. Aparecía en ocasiones como un alumno poco disciplinado, sin interés, reticente a los métodos de enseñanza. No rendía tanto como podía esperarse de él e incluso ocupó a menudo los últimos puestos de su clase, mostrando así, ya desde el principio, la profunda incapacidad para sujetarse a las situaciones convencionales y a las reglas cotidianas que sería la tónica dominante en su vida.

Su formación académica fue eminentemente científica y se graduó en química por la Universidad de Harvard en 1863. Sin embargo, a lo largo de toda su vida demostró también una constante fascinación por las cuestiones filosóficas, a las que se introdujo principalmente a través de la filosofía kantiana y de la filosofía escocesa del sentido común. Dominaba la historia de las ideas, así como la historia y la teoría de la ciencia, y a lo largo de los años se mantuvo en constante diálogo con los pensadores que le precedieron y consigo mismo. Consideraba sus propios puntos de vista desde diferentes perspectivas, los elaboraba siempre desde contextos que tenían en cuenta la tradición y el saber acumulado de siglos y corregía sus propias ideas una y otra vez, dentro de esa comunidad que forman los que buscan la verdad. Como él mismo afirmaba: «Nosotros de forma individual no podemos esperar razonablemente alcanzar la filosofía última que perseguimos; sólo podemos buscarla, por lo tanto, dentro de la comunidad de filósofos» [CP 5.264, 1868] [2].

Peirce tenía un carácter difícil. Era un hombre de extraordinaria ambición y eso a veces le hacía parecer arrogante. En su madurez escribía:

Pretendo hacer una filosofía como la de Aristóteles, es decir, bosquejar una teoría tan comprehensiva que, durante un largo tiempo venidero, la entera tarea de la razón humana, en la filosofía de cada escuela y de cada clase, en matemáticas, en psicología, en la ciencia física, en historia, en sociología y en cualquier otro departamento que pueda haber, aparecerá como el ir completando sus detalles [Prefacio a CP, vol. 1, 1887].

Peirce era un hombre impulsivo, muchas veces contradictorio, de personalidad extremadamente sensible y de temperamento fuerte. Aunque era una persona abierta al saber y generosa con las ideas de los demás, no resultaba fácil de tratar. Su carácter era extraño y su conducta muchas veces imprevisible. Quizás esos rasgos hicieron que nunca supiera desenvolverse sin problemas en el ámbito académico, donde siempre estuvo rodeado de dificultades y malentendidos. Pronunció numerosas series de conferencias, pero tan sólo durante cinco años tuvo un puesto como docente en una universidad: entre 1879 y 1884 explicó lógica en la Johns Hopkins University, de donde fue despedido después de varios conflictos. Durante esos años, sin embargo, hizo junto con un pequeño grupo de alumnos importantes contribuciones a la lógica de las relaciones y a la teoría del razonamiento probabilista, e introdujo los cuantificadores en lógica.

Entre 1865 y 1891 desarrolló su actividad profesional como científico en la United Coast and Geodetic Survey, institución de la que su padre fue superintendente desde 1867 hasta 1874. Durante ese tiempo, Peirce investigó acerca de las medidas pendulares de la gravedad y de la intensidad de la luz de las estrellas, y realizó aportaciones de interés en diversos ámbitos científicos. Peirce fue el primero en utilizar una longitud de onda de luz como unidad de medida y es el inventor de la proyección quincuncial de la esfera. Ese trabajo de tipo experimental le permitió viajar por Europa y adquirir un importante prestigio internacional como científico. Fue nombrado miembro de la American Academy of Arts and Sciences en 1867, de la National Academy of Sciences en 1877 y de la London Mathematical Society en 1880.

Las impresiones que los viajes y experiencias científicas dejaron en Peirce aparecen en ocasiones en sus escritos. Sin embargo, tampoco en la Coast Survey se vio exento de problemas, a pesar del reconocimiento internacional logrado por su labor experimental, y fue forzado a presentar su dimisión en 1891, después de casi treinta años de vinculación a esa agencia gubernamental.

Su vida personal no fue menos problemática, y esas circunstancias influyeron también en su escasa capacidad de adaptación y en sus problemas de relación con las personas que le rodeaban en el ámbito profesional. Peirce se casó en 1863, a la edad de veinticuatro años, con Harriet Melusina Fay y se separó de ella a su regreso de un viaje por Europa en 1876. En 1883, dos días después de obtener su divorcio, contrajo matrimonio con Juliette, una francesa de origen desconocido y veintisiete años más joven que él.

Tras su despido de la Geodetic Survey, Peirce, que tenía entonces 48 años, se retiró con su segunda esposa a Milford, Pennsylvania, donde vivió junto a ella a lo largo de veintisiete años. Durante ese tiempo, Peirce trabajó y escribió afanosamente, aunque la mayor parte de lo que escribía no llegaba a ser publicado. Durante esos años viajó también en numerosas ocasiones a Nueva York y a Boston, impartió algunas series de conferencias y se vio obligado por la necesidad de dinero a aceptar toda clase de trabajos, recensiones para revistas, artículos, voces para diccionarios de filosofía y otros escritos por encargo que le distraían en ocasiones de los objetivos que se había propuesto. En este periodo destacan las Lowell Lectures de 1892-3, las Cambridge Lectures de 1898 sobre “Reasoning and the Logic of Things”, las Harvard Lectures on Pragmatism de 1903 y sus contribuciones al Dictionary of Philosophy and Psychology de Baldwin (1901-2).

Durante los años de su retiro en Milford, Peirce no tuvo ningún empleo estable y Juliette y él vivían en difíciles condiciones. Su situación económica llegó en ocasiones a ser precaria. Aunque su salud y la de su mujer, de naturaleza enfermiza, se resintieron, Peirce no disminuyó su nivel de vida e hizo gala de una desastrosa gestión económica: no dejó de gastar grandes cantidades de dinero ni de embarcarse en iniciativas de todo tipo que al final siempre fracasaban.

La búsqueda constante de fondos que apoyaran las grandes empresas que tenía en mente, llevó a Peirce a presentar en 1902 una solicitud de ayuda a la Carnegie Institution para escribir 36 memorias que resumieran su posición filosófica y completar así “la obra de su vida”. Aunque la petición fue denegada el texto de esa solicitud y los borradores que se conservan constituyen fuentes de incalculable valor para el conocimiento del sistema filosófico que Peirce tenía en mente.

Charles Peirce no tuvo hijos y falleció en 1914 a causa de un cáncer. Dejó más de 80.000 páginas de manuscritos, en su mayor parte inéditos, que su viuda vendió ese mismo año a la Universidad de Harvard. Josiah Royce, director del departamento de filosofía de Harvard, fue junto a William James uno de los que más contribuyeron a la difusión de una obra que de otro modo quizás hubiera pasado inadvertida. William James sostuvo además una relación de amistad con Peirce que le llevó incluso a ayudarle económicamente en varias ocasiones, siendo uno de sus pocos apoyos durante los difíciles años pasados en Milford.

Fuente:

Barrena, S. y Nubiola, J., Charles Sanders Peirce, en Fernández Labastida, F. – Mercado, J. A. (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, URL:http://www.philosophica.info/archivo/2007/voces/peirce/Peirce.html